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Revalorando nuestras Condiciones


¿Alguna vez nos hemos detenido a pensar en lo afortunados que somos, pero a la vez, lo desagradecidos que somos?
Si, somos desagradecidos…
Desagradecidos con Dios principalmente, porque nos regala el don de la vida, sabiendo que muchos no pudieron vivir mas allá de sus primeras horas sobre esta tierra, debido a desnaturalizadas mujeres, quienes por una u otra razón egoísta les arrebataron sus alientos siendo aun pequeñas e indefensas criaturas.
Desagradecidos con Dios, porque nos regala habilidades que damos por sentadas, pero que al compararnos con otras personas, nos damos cuenta de cuan importantes son. Un ejemplo de ello es el hecho de poder sentarnos y levantarnos a nuestra voluntad. Incluso, en los estadios jugamos con ello al hacer la famosa “ola”, poniéndonos de pié y levantando los brazos y luego sentándonos al pasar la ola. 
Pero este hombre, sufrió un accidente temprano en su vida que le destruyó su pelvis, dejándole incapaz de doblar su columna vertebral, de forma que todo el tiempo tiene que andar vertical, sin poder sentarse. Para descansar, tiene que recargarse aunque siempre de pié, sobre cualquier pared o árbol que encuentre. Lo que para la mayoría de nosotros es algo completamente natural y pasa desapercibido por nuestras mentes, para este hombre es todo un anhelo.
Somos desagradecidos con Dios, porque nos ha permitido tener un techo, aunque sea rentado, y aunque no sea un palacio de cuentos de hadas. Muchos gastamos los esfuerzos de toda una vida trabajando por tener la “casa de nuestros sueños” solo para vivir en ella los últimos años de esa vida y que al final de la misma, se hagan pleitos y disensiones en nuestra familia por la pertenencia de esa casa. Otros, anhelamos tener manjares a diario o comer en los restaurantes mas caros, despreciando los deliciosos frijoles, arroz y tortillas que tenemos en casa. Anhelamos vestir los jeans de moda a un costo de cientos o incluso un par de miles de lempiras solo por tener un estatus que honestamente, si alguien te aprecia como eres, a nadie le importa.
Cuando contrastamos lo que somos y lo que tenemos con familias como la mostrada en esta imagen, nos damos cuenta de lo mal agradecidos que somos con Dios.

Anhelamos un castillo de cuento de hadas y algunos incluso menospreciamos la casa que tenemos, cuando estas personas, 11 en total, viven en estas terribles condiciones, con el agravante que ni la casa ni la propiedad les pertenecen. El día en que a los dueños de la misma se les ocurra correrlo de ahí, esta gente no tendrán ni siquiera un techo con el cual cubrirse. 
Las paredes de esta “vivienda” tienen unos sendos agujeros por los cuales todo tipo de insectos puede entrar, al igual que las inclemencias del clima entran como “Juan en su casa” por estas tremendas hendiduras de las paredes.
Anhelamos tener los mejores jeans de marca, cuando estas criaturas visten lo que les venga a la mano, sea esto usado, sucio o fuera de talla. Ellos simplemente se limitan a cubrir sus cuerpos.
Anhelamos los mejores manjares, cuando esta familia pasa la mayor parte del tiempo comiendo únicamente tortillas y lo que logren encontrar de manos amigas que les apoyan. Ellos no cuentan con el apoyo del padre de familia, porque el tiene un cáncer en el estómago en etapa terminal, lo que le impide trabajar.
La madre no puede buscar un trabajo fijo, porque sus 9 hijos son pequeños aun, siendo que el mayor de ellos tiene apenas 14 años, y no los puede dejar solos.
Nos quejamos a veces de lo que estudiamos y podemos escoger que estudiar y en que institución hacerlo, cuando estas criaturas, aunque tienen la aptitud para el estudio, no pueden asistir a la escuela porque deben ayudar a su madre a buscar el sustento diario.
Mis estimados lectores, esto no es una queja en contra de los anhelos o sueños de nuestra vida. De hecho, yo mismo tengo anhelos y aspiraciones de mejorar mi estilo de vida y el de mi familia. Anhelo tener mejores cosas y una casa propia para mi y mi familia.
Pero al contrastar mi situación con la de casos como los anteriores, me doy cuenta de lo afortunado que soy, de lo bendecido que he sido y de lo mal agradecido que he sido con Dios. He logrado re-evaluar mi situación y me he convencido de que mi paso por este mundo debe tener un propósito mas alto que simplemente trabajar para subsistir o para comprarme las cosas de moda. Mi vida debe tener un significado mayor, debe tener una meta mas alta. 
Si hay aliento en mi, quiero servir a mi Dios a través de servir a personas como estas. Doy gracias a Dios porque a través de compartir estas imágenes en mi perfil de Facebook, algunas personas sintieron conmovido su corazón, de manera que me enviaron dinero para comprarles provisión a esta familia. 
El resultado es el que se muestra en esta imagen. Debo ser claro en decir que esto no se trata de estar regalándoles cosas a cuanta persona necesitada se nos cruce por enfrente. Se trata mas bien, de desprendernos de algo de lo que tenemos para suplir una necesidad inmediata a personas que Dios coloca en nuestro camino para que seamos canal de bendición para ellos. Dice la Biblia...dando es como recibimos...
Quiero finalmente animarnos a agradecer a diario por lo que somos y lo que tenemos, no sea que en nuestra búsqueda por lo que no tenemos, perdamos aún lo que ya es nuestro.

Bendiciones!!

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